Page 216 - Fashion Art Institute by Manuel Fernandez - Libro 3
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E D U A R D O Nace en San Sebastián en 1964. Hijo del escultor Eduardo Chillida y Pilar Belzunce, es el menor de la C H I L L I D A B E L Z U N C E familia compuesta por el matrimonio y ocho hijos. Desde pequeño Eduardo muestra interés por el arte. Con cuatro años realiza su primera escultura con tierra. Esta pequeña terracota nos muestra a una mujer sentada en una silla con los brazos posados detrás de su cabeza y las piernas cruzadas. Lo que llama la atención en la escultura es la visión plástica del cuerpo femenino que ya Eduardo tenía desde bien pequeño. En varios dibujos de Chillida hechos a su hijo cuando era un niño, aparece siempre pintando con un lápiz y un papel entre sus manos. Parece ser que su afán por “ser artista de mayor” como el declaraba, pudo más que sus ganas de estudiar. Tras un breve paso por la Escuela de Artes de Deba y el Círculo de Bellas Artes, donde tuvo el placer de recibir clases del pintor Antonio López y también la Escuela de Artes y Oficios de Madrid, comienza a dedicarse primero a la escultura y posteriormente también a la pintura. Por aquellos años esculpe en piedra, alabastro, y trabaja también con terracota y bronce. En 1985 Eduardo tiene un accidente en moto que le hace permanecer en coma un mes y medio. Por culpa de la parálisis de medio lado que sufrió se ve obligado a volverse zurdo para poder continuar con la pintura. Es entonces en el año 1986 cuando se traslada a Madrid. Allí continúa pintando, pero 214 no esculpiendo. Al año siguiente, 1987, pasa una temporada de seis meses en Nueva York. En 1988 ya de vuelta en San Sebastián, realiza su primera exposición individual en Galería Dieciséis de San Sebastián. A partir de entonces se suceden las exposiciones en Europa y EEUU. La pintura de Chillida Belzunce ha sido con frecuencia identificada con la tradición expresiva que proyecta, en la imagen del entorno exterior, los afectos y pasiones que constituyen la materia más íntima del alma del artista, que convierten, por así decir, cada escena, estancia o paisaje, en un autorretrato emocional. El artista vierte su fuerza espontánea en cada pincelada, y se refugia en el interior de su propia casa. Pinta ese interior Autorretrato con las dos manos, 2005, óleo sobre tela, 200 x 170 cm. desde múltiples posiciones. Cuando aparece el paisaje exterior –por lo general la bahía de La Concha y San Sebastián ciudad, que se ven desde la atalaya de su casa–, siempre va unido inexorablemente al tema de los interiores. Se crea una metáfora de amor y desafecto. El exterior es lo lejano y no demasiado querido, en tanto lo cercano, lo cotidiano es donde se vierte todo el amor, porque son los objetos, los elementos de la casa lo que conforma su vida interior. Chillida mira, y ve luz, planos, color. Pinta y traduce lo que siente, por eso siempre conmueve. Eduardo es un pintor rápido, libre de teorías y procesos largos. Su maestría se destapa de repente. Dibuja, cubre y pinta llevado por un don natural para la composición. Don que le ha consagrado como un pintor con un inconfundible estilo propio.
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