Page 254 - Fashion Art Institute by Manuel Fernandez - Libro 3
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P A B L O La obra de Pablo Siquier se revela como una de las más originales y complejas dentro de un proyecto S I Q U I E R estético articulado y coherente que traduce, con rigor y objetividad, una experiencia profundamente personal, incluso amorosa, de su ciudad natal, Buenos Aires. Su trabajo opera como una negación del gesto expresivo y del efecto sin mediación del hedonismo frívolo en la práctica artística, al contrario de lo que ocurre con la mayoría de sus compañeros de generación, no sólo en Argentina, sino en casi todo Occidente. Estos últimos habían propuesto el retorno a la pintura como una revisitación de su tradición histórica bajo la forma de expresiones «neo», que se manifestaba en una especie de restauración del placer en el arte, en oposición a la racionalidad y crítica extrema que rigió la producción artística entre los años sesenta y setenta. Siquier se concentra en la exploración programática de estructuras formales y constructivas, de motivos decorativos y representaciones abstractas de la malla urbana que parecen sacados de un catálogo de construcción y arquitectura, así como en la exploración del lenguaje de los signos y emblemas desarrollado por el diseño. La obra de Siquier tiene una proyección mayor sobre la creación de formas que expresan una pérdida de la integridad, la totalidad y la sistematización. Sus pinturas se constituyen a partir de una visión personal y de una sensibilidad neobarroca, para revelar 252 la inestabilidad, la ambigüedad y la difusión semántica que mueven las prácticas artísticas y culturales contemporáneas. Con fuertes atributos formales, niega, paradójicamente, el rigor del orden y de la razón que han regido parte del modernismo histórico, para dar visibilidad a un mundo marcado por las diferentes interacciones, la diversidad de referentes, la mutabilidad polidimensional y el extrañamiento. 0508, 2006, acrílico sobre tela, 250 x 350 cm. Siquier deja el plano de los lienzos para trabajar directamente sobre las paredes de las galerías y museos con dibujos e instalaciones que operan con la ilusión y la percepción real del espacio. A partir de dibujos generados por ordenador y posteriormente transferidos a gigantescas superficies impresas, paredes dibujadas al carboncillo o cubiertas de poliestireno, estas instalaciones parecen borrar las fronteras que existían entre la pintura y el mundo real. Las pinturas de los últimos años dan lugar a una acumulación de fragmentos de formas y gestos gráficos, como si se tratase de una narrativa donde se sobreponen tiempos y espacios diversos, descrita en una caligrafía secreta, una especie de jeroglíficos sobre la contemporaneidad. Siquier sigue reafirmando su experiencia de la ciudad, como el resultado de las diversas prácticas políticas y culturales que se desenvuelven y se inscriben en un perímetro determinado, forjando una imaginería que recrea ante todas las miradas la propia ciudad. Actualmente su trabajo está expuesto en diversas galerías de EEUU, Inglaterra y España.