Page 63 - Fashion Art Institute by Manuel Fernandez - Libro 3
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J O A N A El puente que tiende Fashion Art entre el arte y la moda es un diálogo entre B O N E T forma y fondo, aunque también es un juego de espejos. ¿Qué relación guardan el color, la textura, la forma de aquello que cubre nuestro cuerpo con la belleza y la atracción? ¿Y con la tendencia y los ciclos caprichosos, efímeros de la moda? Sin lugar a dudas la de un detonante, un destello que propicia la intención de la mirada, aunque lo que en verdad haga bombear las arterias sea de una índole muy distinta: la permanencia. Justo lo contrario a ese sistema de la moda que describió Roland Barthes, ante la urgencia de entender el vestido como la expresión del cuerpo, recibiendo de él sus modas sucesivas como sinónimo del espíritu del tiempo, del impulso de vida y de la necesidad de cambio. Pero mientras el lenguaje comercial de la moda insiste en renovarse, no ya cada dos temporadas, sino cuatro o cinco, creando nuevos deseos y por tanto nuevas necesidades, nace una corriente empeñada en encontrarle un sentido al traje más allá de la exhibición. La novedad, pues, pierde prestigio mientras que el pasado –el vintage y el heritage– gana importancia en la reafirmación de la identidad. Huir de lo novedoso y ganar en permanencia es uno de los objetivos que el llamado art-wear propone, uniendo la grandeza de las artes mayúsculas y la humildad del hilo y la aguja. Lo dejó bien claro Saint Laurent: “siempre he respetado este oficio que no es del todo un arte pero necesita un artista para existir” . Mientras tanto, a su pareja y fundador de la mítica firma, Piere Bergé, un periodista le preguntó si la moda era arte. “Mire –le respondió– la moda es arte si está realizada por un 61 artista. Lo mismo que hay pintores de domingo, existen diseñadores de domingo. Y no hay que sorprenderse porque éstos sean mayoría”. Siempre ha sido mayúscula la intervención de la moda en el paisaje. Y su búsqueda en las paredes de los museos ha alimentado las propuestas más eternas. Hubo unos años en que una parte de la moda se convirtió en hipérbole. Afortunadamente hoy la moda ha reclasificado su idea de lujo, fomentando un espacio interior para poder sentir el aguijón de lo hermoso. Por ello hay una voluntad de reconquistar la pureza de las fuentes, la imaginación de altos vuelos y la audacia que ya los pintores cortesanos demostraron ya en el Renacimiento para construir un lenguaje estético y a la vez una identidad genuina.
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