Page 209 - Fashion Art Institute by Manuel Fernandez - Libro 3
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D A R Í O Nace en Caracas, Venezuela, en 1966. Hijo de un médico gallego emigrado, y de madre venezolana, B A S S O el futuro pintor se traslada a Galicia cuando cuenta sólo tres años. Vocación precoz, ya que a los cinco años ganó un premio de dibujo en un concurso sobre Castelao. Al concluir sus estudios de bachillerato decidió dedicarse por entero a la pintura. Intentó el formalista examen de ingreso en la Facultad de Bellas Artes de Madrid, que suspendió, y se integró en los talleres del Círculo de Bellas Artes orientados por Arroyo, Villalba, Guinovart, etc., donde inmediatamente destacó por su arrolladora personalidad, imposible de reducir a fórmulas y conductas preestablecidas. En este ambiente comenzó a exponer, en muestras colectivas, en 1985, inicio de una carrera internacional que le ha llevado a interesar a la crítica más exigente en Madrid, Nueva York, Basilea, Milán, etc. Asistió a los seminarios de la Universidad Internacional de Santander, fue becado por la Diputación de Pontevedra en 1987, París y en Extremadura; logró el primer premio del certamen Santa Lucía, en 1989, entonces el mejor dotado económicamente de España, y beca de la Academia Española en Roma. Su obra, siempre muy discutida, se encuentra en el Ministerio de Cultura de Madrid, Diputación de Pontevedra, Junta de Galicia, museos provinciales de España y en numerosas colecciones institucionales. A Darío Basso es imposible reducirlo escuelas o tendencias concretas. Absorbe cuanto contempla, lo deglute y rumia, y de 207 ello nos da una visión personal, sorprendente, inquietante, en extremo madura y sin embargo, con una impronta angélica y juvenil, propia de un temperamento a un tiempo dinámico y reflexivo. En la pintura de Basso están, al menos, Paul Klee y los grandes surrealistas. Pero está también la transformación de lo observado, la textura de la cerámica, los mundos intuidos, soñados, abisales, y la morfología Pintura Pródiga, 2002, óleo sobre lienzo, 187 x 250 cm. de los crustáceos o de la vegetación anegada por el rocío de la madrugada. Si contempláramos al microscopio un fragmento mínimo de un insecto, una mariposa, acaso encontraríamos referencias, siempre y sólo referencias, de esta pintura al fin como elemental en la que también hay laberintos, y ojos repetidos que escrutan y casi horadan la mente del espectador, como en Redon o en Tamayo. Y hay, como cansada, la morfología de una pintura decorativa del gran Leon Bask, pero alucinante, obsesiva. Desde el 2004 Basso ha seguido viajando y la “voluntad matérica” continúa siendo una constante en su obra. De los eternos hielos mate de la Patagonia al craquelado infinito del desierto de Marruecos, el artista prosigue su búsqueda de sincronismo de la imaginativa materia del mundo, con un proceso de fusión del azar, la técnica y la ética en la pintura: modo de ordenar sobre el lienzo el sentido de ese caos, que surge de la inevitable exploración de todo creador hacia lo inesperado.